marzo 31, 2025

Qué viene después del Design Thinking

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Si has estado en círculos de negocios o innovación en los últimos diez años, es probable que hayas experimentado con el design thinking. Has participado en sesiones de lluvia de ideas, hecho los “Crazy 8’s” y prototipado tus ideas con cartón.

El design thinking se caracteriza por sus metodologías novedosas, actividades rápidas, frases humildes pero optimistas como: “¿Cómo podríamos…?”. Con una cantidad abundante de notas adhesivas, se convirtió en una herramienta clave para hacer el diseño más accesible, tanto dentro como fuera de las salas de juntas.

Lo que hizo que el design thinking destacara de otras metodologías fue su enfoque centrado en las personas, colocando a los usuarios finales, a los individuos, en el centro de los servicios y productos. Sin embargo, los desafíos de hoy requieren superar este enfoque individualista y actuar de maneras que trasciendan al “individuo”. Es evidente que los sistemas sociales y económicos actuales están teniendo dificultades para sostener la vida.

Necesitamos pensar en comunidades

Mientras el design thinking nos enseñó a empatizar (y quizás a priorizar la empatía sobre la experiencia), a escuchar con atención y a llevar el pensamiento creativo a las salas de juntas, su premisa central de diseño centrado en las personas (human-centered design, HCD) falló en varios aspectos.

El primero y más obvio es que ya no podemos permitirnos diseñar cosas exclusivamente para los humanos. Claramente necesitamos pensar en términos no humanos y no monocéntricos si queremos lograr un impacto positivo y duradero. En segundo lugar, el HCD no logró hacer que sus practicantes pensaran en sistemas ni aprovecharan el poder de las relaciones para realmente comprender y rediseñar lo que no ha estado sirviendo a las personas ni al planeta. Por último, aunque el HCD logró grandes avances en el diseño de mejores productos y servicios que resuelven los desafíos actuales, no logró ampliar los horizontes para que estos productos y sistemas pudieran allanar el camino hacia sistemas regenerativos: aquellos que van más allá de la sostenibilidad y restauran y revitalizan activamente los ecosistemas, comunidades y recursos, creando un impacto positivo duradero.

Ahora, todo lo que pongamos en el mundo necesita responder cómo contribuye a un futuro regenerativo. Y para construir un futuro regenerativo, debemos comenzar a priorizar algo que es integral a la naturaleza: las relaciones. Es necesario fomentar la capacidad relacional, desde diseñar mejores relaciones interpersonales hasta establecer sistemas que faciliten la colaboración interorganizacional.

Las organizaciones están fallando en reunir equipos diversos, confiables y colaborativos, y carecen de la capacidad para integrar los muchos sistemas, plataformas y equipos en toda la organización para impulsar la eficiencia, mejorar los resultados comerciales y, esencialmente, multiplicar el impacto social, económico y ambiental.

Pensar en comunidades ayuda a cerrar estas dos brechas al priorizar propósitos compartidos, confianza y colaboración radical. En lugar de depender únicamente del design thinking, que típicamente ayuda a las empresas a idear y prototipar soluciones, la Transformación Impulsada por Comunidades se aplica a escenarios donde el impacto duradero y la colaboración profunda son esenciales. Este método va más allá de resolver problemas individuales; construye redes resilientes de personas comprometidas con metas compartidas, creando comunidades de proyectos o productos en lugar de equipos aislados.

El contenido original de esta nota fue publicado en es-us.finanzas.yahoo.com. Para leer la nota completa ingresá acá

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