En 1950, Alan Turing creo el hoy conocido como Test de Turing, que es una manera de medir la inteligencia de un ordenador. Así, para que una tecnología se incluya dentro de la etiqueta de 'Inteligencia Artificial', deberá ser capaz de mantener una conversación de manera tan fluida que pueda pasar por un ser humano.
Esta prueba se convirtió en guía para varias generaciones de pioneros en el desarrollo de la IA. Durante ese tiempo se ha conseguido imitar habilidades humanas con un alto grado de perfeccionamiento. Así, en la actualidad existen distintos tipos de inteligencias capaces de mantener charlas, dibujar, jugar profesionalmente al ajedrez y a videojuegos que exigen un ritmo elevado.
Actualmente, algunos creadores de IA se preguntan si se ha ido demasiado lejos. El hecho de imitar habilidades humanas es, para ellos, desencadenante de una competencia económica directa entre personas y máquinas. De acuerdo con el director del laboratorio de Economía Digital de Stanford, Erik Brynjolfsson, quizás Turing haya guiado a la humanidad por el sendero equivocado, y copiar al ser humano sea un error.
El mismo ha escrito sobre los efectos de la IA en el trabajo durante mucho tiempo, y en un reciente artículo académico afirmaba que los científicos que buscaban desarrollar la idea de Alan Turing han provocado que aumenten las desigualdades salariales.
De acuerdo con Brynjolfsson, el auténtico desarrollo económico pasa por crear una IA que mejore al ser humano, esto es, que haga cosas que las personas no pueden. Habla por tanto de "cambiar el objetivo", poniendo como ejemplo la IA AlphaFold y su capacidad de predecir estructuras proteicas. Ello requiere manipular cadenas de aminoácidos y probar millones de combinaciones, algo que está fuera del alcance humano.
Cuando se busca simplemente imitar una habilidad humana, entonces se sabe más o menos cuándo se ha dado en el clavo. Pero el hecho de inventar una forma de IA distinta a cómo operan las personas requiere de más imaginación, además de que esta debe ser capaz de igualar mano a mano las habilidades que caracterizan al ser humano, como la intuición o la capacidad de utilizar el sentido común.
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